Todo es una jodida broma, una broma de mal gusto, al final que cesen las lagrimas, me pondré la palma de la mano en el rostro y me reiré a carcajadas, tanto que divagare y balbuceare, en una esquina oscura de una habitación, con un cigarrillo contemplando la soledad, la hipocresía, y los lazos de sangre de verdades dolorosas y palabras que jamas debieron ser pronunciadas.
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