viernes, 4 de mayo de 2012









HOLA.





Te ves guapisima! 


Te traje un regalo.

- No es un diamante? ajajaja 

Espero que te guste?.
Para ti! 


Mas tarde en la ciudad...



Una romantica cena.


Baile. 

Acompañado de unos tragos, platica casual, bromas y miradas.  

Coqueteos. 

Halagos. 

Caminata por 

Amor por $17,50.

La principal obsesión de Robert —desde que empezó a pensar en esas cosas— era poder colarse una noche en el Museo de Cera, y entonces, ponerse a hacer el amor a las señoras de cera. Sin embargo, le parecía que podía ser demasiado peligroso, así que se limitaba a hacer el amor a estatuas y maniquíes en sus fantasías sexuales, viviendo en su mundo de fantasmas.
Un día, al pararse en un disco en rojo miró por la puerta de una tienda. Era una de esas tiendas que venden de todo —discos, sofás, libros, chatarra... Y la vio allí, de pie, con un largo vestido rojo. Llevaba unas gafas puntiagudas, estaba muy bien formada; con ese aire digno y sexy que solían tener. Irradiaba verdadera clase. Entonces el disco cambió y se vio obligado a seguir la marcha.
Robert aparcó el coche en la manzana siguiente y volvió andando hasta la tienda. Se paró en la puerta, entre los montones de periódicos, y la miró. Incluso sus ojos parecían reales, y la boca era muy atrayente, haciendo como un pucherito.
Entró al interior y se puso a mirar los discos. Ahora estaba más cerca de ella, le lanzaba miradas furtivas de vez en cuando. No, ahora ya no las hacían así. Tenía incluso tacones altos.
La chica de la tienda se acercó.
—¿Puedo ayudarle, señor?
—No, gracias, sólo estoy mirando.
—Si hay algo que desee, hágamelo saber.
—Sí, claro.
Robert se acercó con disimulo al maniquí. No había ninguna etiqueta con el precio. Se preguntó si estaría a la venta. Volvió al estante de los discos, cogió un álbum barato y se lo compró a la chica.
***
En su segunda visita a la tienda, el maniquí seguía todavía allí. Robert la miró, dio unas vueltas, compró un cenicero que imitaba a una serpiente enrollada, y luego se fue.
La tercera vez que fue allí le preguntó a la chica:
—¿Está el maniquí en venta?
—¿El maniquí?
—Sí, el maniquí.
—¿Quiere comprarlo?
—Sí. ¿Ustedes venden cosas, no? ¿Está el maniquí a la venta?
—Espere un momento, señor.
La chica se fue a la trastienda. Se abrió una cortina y salió un viejo judío. Le faltaban los dos últimos botones de la camisa y se le podía ver el ombligo peludo. Parecía lo suficientemente amistoso.
—¿Quiere usted el maniquí, señor?
—Sí. ¿Está a la venta?
—Bueno, no del todo, es una especie de instrumento de exhibición, de atracción...
—Quiero comprarla.
—Bueno, déjeme ver... —El viejo judío se acercó y empezó a tocar el maniquí, el vestido, los brazos—. Veamos... Creo que le puedo dejar esta... cosa... por 17,50 dólares.
—Me la quedo. —Robert sacó un billete de 20. El dueño le devolvió el cambio.
—La voy a echar de menos —dijo— algunas veces parece casi real. ¿Quiere que se la envuelva?
—No. Me la llevo tal como está.
Robert cogió el maniquí y la llevó hasta el coche. La tumbó en el asiento trasero. Luego montó delante y condujo hacia su casa. Cuando llegó, afortunadamente no parecía haber nadie por los alrededores, la metió en su apartamento sin ser visto. La puso de pie en el centro de la habitación y la contempló.
—Stella —dijo—. ¡Stella, perra!
Se acercó y le pegó una bofetada. Entonces agarró la cabeza y comenzó a besarla. Fue un buen beso. Su pené empezaba a ponerse duro cuando sonó el teléfono.
—Hola —contestó.
—¿Robert?
—Sí.
—Soy Harry.
—¿Qué tai, Harry?
—Bien. ¿Qué estás haciendo?
—Nada.
—Creo que me voy a pasar por allí. Llevaré algunas cervezas.
—De acuerdo.
Robert se levantó, cogió el maniquí y la llevó hasta el armario. La puso apoyada en una esquina y cerró la puerta.
***
Harry no tenía en realidad mucho que decir. Estaba allí sentado con su bote de cerveza.
—¿Cómo está Laura? —preguntó.
—Oh —dijo Robert— ya no hay nada entre Laura y yo.
—¿Qué pasó?
—El eterno toque de vampiresa, siempre en escena. Era inexorable. Buscando tíos donde fuese... En el supermercado, en la calle, en los cafés, en cualquier sitio y con cualquiera. Ninfomanía. No importaba lo que fuese con tal de que fuese un hombre. Hasta con un tío que marcó un número equivocado. No pude aguantarlo más.
—¿Y ahora estás solo?
—No, ahora estoy con otra. Brenda, ya la conoces.
—Ah, sí. Brenda. Está muy bien.
Harry estaba allí sentado bebiendo cerveza. Harry nunca había tenido una mujer, pero siempre estaba hablando de ellas. Había algo enfermizo en Harry. Robert no puso mucho interés en la conversación y Harry se fue pronto. Robert se dirigió hacia el armario y sacó a Stella.
—¡Tú, condenaba puta! —dijo—, me has estado engañando ¿eh?
Stella no contestó. Estaba allí, mirándole fría y tranquilamente. Le pegó una buena bofetada. Se podía caer el sol antes de que una mujer fuese por ahí engañando a Bob Wilkenson. Le pegó otra buena bofetada.
—¡Eres un maldito coño! Te fallarías a un niño de cuatro años si le pudieses poner la pililla dura ¿eh?
La abofeteó de nuevo, entonces la agarró y la besó. La besó una y otra vez. Entonces le metió las manos por debajo del vestido. Estaba bien formada, muy bien formada. Stella le recordaba a una profesora de álgebra que había tenido en bachillerato. Stella no llevaba bragas.
—Grandísima puta —le dijo—. ¿Quién se llevó tus bragas?
Su pené estaba en erección, apretado fuertemente contra el vientre de ella. Le subió el vestido por encima de los muslos. No había ninguna abertura. Pero Robert estaba terriblemente excitado. Metió el pené entre los muslos de Stella. Eran suaves y duros. Entonces eyaculó. Por un momento se sintió extremadamente ridículo, su excitación había desaparecido, pero empezó a besarla por el cuello y entonces le mordió un pecho sonriendo.
La lavó con la toalla de los platos, la llevó hasta el armario y la puso detrás de un abrigo, cerró la puerta y todavía tuvo tiempo de ver en la televisión el cuarto tiempo del encuentro entre los Detroit Lions y los L. A. Rams.
***
A medida que pasaba el tiempo, a Robert le iba agradando más. Hizo unas cuantas mejoras. Le compró a Stella muchos pares de bragas, unas ligas, medias oscuras y camisones.
También le compró pendientes, y fue un choque terrible para el comprobar que su amor no tenía orejas. Le puso de todos modos los pendientes pegándolos con cinta adhesiva. No tenía orejas pero tenía muchas ventajas: no tenía que sacarla a cenar, llevarla a fiestas, a películas estúpidas; todas esas cosas que significan tanto para las mujeres de carne y hueso. Y tenían discusiones. Siempre había discusiones, incluso con un maniquí. Ella no podía hablar, pero él estaba seguro de que una vez le había dicho:
—Eres el mejor amante de todos. Ese viejo judío era un amante estúpido. Tú eres un amante inspirado, Robert.
Sí, tenía ventajas. No era como todas las otras mujeres que había conocido. Ella no tenía necesidad de hacer el amor en momentos inconvenientes. El podía elegir con tranquilidad el momento de hacerlo. Y no tenía períodos. Era una magnífica amante. Robert le cortó un poco de pelo de la cabeza y se lo pegó entre los muslos.
El asunto había comenzado siendo puramente sexual, pero gradualmente se estaba enamorando de ella, podía sentir cómo ocurría. Pensó en acudir a un psiquiatra, pero decidió no hacerlo. Después de todo ¿por qué era necesario amar a un ser humano? Nunca duraba mucho. Había demasiadas diferencias entre cada individuo, y lo que empezaba siendo amor acababa casi siempre en guerra despiadada.
Tampoco tenía que acostarse en la cama con Stella y escucharle hablar de todos sus antiguos amantes. De cómo Karl la tenía así de grande, pero no sabía hacerlo. Y lo bien que bailaba Louie, que podía convertir en ballet una venta de seguros. Y cómo Marty sí que sabía besar de verdad, su manera de mover la lengua. Una y otra vez, siempre así. Qué mierda. Claro que también Stella había mencionado al viejo judío, pero sólo una vez.
Robert llevaba con Stella cerca de dos semanas cuando llamó Brenda.
—¿Sí, Brenda? —contestó él.
—Robert, no me has llamado.
—He estado terriblemente ocupado, Brenda. He sido ascendido a jefe de distrito y he tenido que arreglar cosas en la oficina.
—¿Es por eso?
—Sí.
—Robert, algo anda mal...
—¿Qué quieres decir?
—Lo noto en tu voz. Pasa algo. ¿Qué demonios pasa, Robert? ¿Hay otra mujer?
—No exactamente.
—¿Qué quieres decir con «no exactamente»?
—¡Oh, Cristo!
—¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Robert, algo anda mal. Voy a ir a verte.
—No pasa nada, Brenda.
—¡Tú, hijo de mala puta, cabronazo, me estás ocultando algo! Algo se está tramando. ¡Voy a ir a verte! ¡Ahora!
Brenda colgó y Robert se fue a por Stella, la cogió y la metió en el armario, bien apoyada en una esquina. Cogió el abrigo de la percha y cubrió a Stella con él. Entonces volvió a la sala y se sentó a esperar.
Brenda abrió la puerta e irrumpió dentro.
—Está bien. ¿Qué coño pasa? ¿Qué es lo que anda mal?
—Mira, chica -—dijo él—, todo va bien. Cálmate.
Brenda estaba bien formada. Las tetas un poco caídas, pero tenía piernas bonitas y un buen culo. En sus ojos había siempre un aire perdido y frenético. Algunas veces, después de hacer el amor, una calma temporal podía llenarlos, pero nunca duraba.
—¡Todavía no me has besado!
Robert se levantó de su silla y besó a Brenda.
—¿Cristo, qué clase de beso es ése? ¿Qué pasa? A ver, dime, ¿qué es lo que anda mal?
—No es nada, nada de...
—¡Si no me lo dices, voy a gritar!
—Te digo que no es nada.
Brenda gritó. Se fue hasta la ventana y se puso a gritar. Se la pudo oír en todo el vecindario. Entonces paró.
—¡Por Dios, Brenda, no vuelvas a hacer eso! ¡Por favor, por favor!
—¡Lo haré otra vez! ¡Lo haré otra vez! ¡Dime qué es lo que pasa, Robert, o lo haré otra vez!
—De acuerdo —dijo él—, espera.
Robert se fue hasta el armario, lo abrió, le quitó el abrigo a Stella y la sacó fuera.
—¿Qué es eso? —preguntó Brenda—. ¿Qué es eso?
—Un maniquí.
—¿Un maniquí? ¿Quieres decir...?
—Quiero decir que estoy enamorado de ella.
—¡Dios mío! ¿Quieres decir que? ¿Esa cosa?
—Sí.
—¿Amas a esa cosa más que a mí? ¿Esa pasta de celuloide o de la mierda que esté hecha? ¿Quieres decir que amas a esa cosa más que a mí?
—Sí.
—¿Y es de suponer que te la llevas a la cama? ¿He de suponer que haces cosas a... con esa cosa?
—Sí.
—¡Oh...!
Entonces Brenda gritó de verdad. Se paró allí y se puso a gritar. Robert pensó que ese grito nunca iba a cesar. Entonces ella saltó hacia el maniquí y empezó a arañarlo y golpearlo. El maniquí se rompió y cayó contra la pared. Brenda se fue enfurecida, bajó a la calle, subió a su coche y arrancó salvajemente. Chocó contra el lateral de un coche aparcado, dio marcha atrás y salió otra vez a toda velocidad.

Robert se acercó a Stella. La cabeza se había caído y había ido rodando hasta debajo de la silla. Había restos de material de relleno por el suelo. Un brazo colgaba perdido, roto, dos alambres sobresalían. Robert se sentó en una silla. Solamente pudo sentarse. Entonces se levantó y se fue al baño, se quedó allí de pie un minuto, atontado, salió otra vez. Se paró en medio de la sala y pudo ver la cabeza debajo de la silla. Empezó a sollozar. Era terrible, no sabía qué hacer. Recordaba cómo había enterrado a su padre y a su madre. Pero esto era diferente. Esto era diferente. Simplemente se quedó allí, de pie, en medio de la salita, sollozando y esperando. Los ojos de Stella estaban abiertos, bellos y fríos, desde debajo de la silla. Le miraban fijamente. 



                                                                                                                  Charles Bukowski.

miércoles, 11 de abril de 2012

Amor de madrugada.

-Amar a alguien es una cosa, que alguien te ame es otra, pero que te ame la misma persona que amas, lo es todo.
-Pero esta de la chingada encontrarla, dicen que solita llega!
-Pero mientras? Que pedo?
-Uno quiere sentirse apapachado!
-Mientras llega la cago, sufro, tomo, lloro y toda esa mierda.
-Me hago el amor a mi mismo o que chingados, ps ya que.

jueves, 19 de enero de 2012



.Generación ninis

"....E Stamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de Gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia...".

Javier Sicilia, poeta, en la carta que publicó esta semana con motivo del asesinato de su hijo. Hace muy poco tiempo comenzamos a escuchar una palabra que antes no existía en nuestro vocabulario: "ninis", que significa ni estudian ni trabajan.

Se refiere a jóvenes adolescentes que ni estudian ni trabajan, por el contrario deambulan, viven en una especie de vida que pareciera cómoda, sin sentido, sin rumbo, sin dirección. Y lo más triste es que van en aumento.

El sistema les expulsa de la escuela, o simplemente desertan porque no existe la motivación suficiente para continuar sus estudios, pero además tampoco encuentran acomodo en el mundo de acuerdo a su preparación.

Según cifras oficiales, en México, el 21% de los jóvenes, como tres millones y medio, están en esta situación: ni estudian ni trabajan. Contra un 28 % en Colombia, un 20% en Argentina y un 24 % en El Salvador, donde muchos van a formar parte de la mara salvatrucha.

En principio se dijo que las cifras eran elevadas porque incluían a mujeres jóvenes ya casadas, pero que al ser amas de casa no debían entrar en la estadística. Luego se aclaró que en este 21% ya se había descontado a estas jóvenes mujeres.

Los ninis son jóvenes que abandonan la escuela, se sienten poco valorados y con sentido de culpa por ser unos buenos para nada, como a veces la sociedad los tacha. Pelean con sus padres, se salen a la calle y al hacerse de la calle son presa fácil para el narcotráfico y la violencia. Como dijo el poeta Javier Sicilia, no hay oportunidades para educarse, ni encontrar un trabajo digno.

Muchos se niegan a estudiar porque piensan que el estudio no sirve para nada. Lo han visto a su alrededor, amigos que salen con un título universitario, terminan trabajando en cualquier chamba o de plano no encuentran trabajo y pasan a la fría estadística de los desempleados.

Por lo general los padres se sienten impotentes y no están preparados para exigirles y poner límites. En las familias, cada vez más los dos padres tienen que salir a trabajar y los hijos están mal atendidos y viven en abandono. No hay la suficiente supervisión y tanto el entorno familiar como urbano es de violencia.

La sociedad ha sido igualmente incapaz de ofrecer opciones. El sistema educativo es obsoleto y no plantea soluciones al problema. Por ejemplo la creación de escuelas técnicas y vocacionales con carreras cortas para enseñar oficios o formar técnicos para las industrias o la microempresa. Muchas veces nos quejamos porque no encontramos un plomero eficiente y bien hecho, o enfermeros bien capacitados, o electricistas, mientras que hay carreras universitarias que están saturadas.

Es urgente pensar y planear una reforma y reestructuración del sistema educativo.

Un camino es también el fomento del deporte. Incorporarlo como obligatorio en la secundaria y/o vocacional. Invertir en infraestructura y sistemas deportivos. Si cada escuela cuenta con canchas para deporte, con gimnasio equipado, con sistemas de becas deportivas, seguramente la cifra de tres millones disminuirá. Las becas deportivas son, desde hace muchos años bien administradas en Estados Unidos e impiden o disminuyen la deserción de los jóvenes. Con estos estímulos económicos y formativos es difícil que los estudiantes dejen la escuela.

El fomento del arte y las actividades artísticas es crucial en esta edad. La música, la literatura, las artes plásticas salvan vidas. La formación de bandas y/o orquestas en cada escuela les dará a los jóvenes un sentido de pertenencia para su vida.

De nuevo el modelo en Estados Unidos. No hay escuela que no cuente con su banda que salga a tocar con orgullo en cada desfile o evento de la ciudad o del barrio. Ejemplos de cómo el canto o aprender a tocar algún instrumento han salvado vidas hay muchos.

Para eso se necesita invertir y cuidar los recursos públicos, que no se pierdan por el poco cuidado que les damos a las cosas o en el peor de los casos no terminen en los bolsillos de líderes o funcionarios.

Sacar a los jóvenes de las calles y volver a meterlos a la escuela es la consigna.

Unidos padres de familia, autoridades educativas y de Gobierno podrán tomarse mejores decisiones que redundarán en beneficio de nuestra juventud y ofrecerán un futuro más promisorio y esperanzador. No veo otra salida que actuar ya.

Es triste ver a los jóvenes vivir el día a día sin sentido, sin una tarea o una meta a dónde dirigirse, pasar inadvertidos a la sociedad, pasar el día en blanco, aburridos, hartos del ocio, hartos de no hacer nada, no tener algo que los motive a vivir, lo único que les queda es salir a la calle y en la calle se toparán con la violencia, los pleitos, la droga, la falta de esperanza. Como dijo Javier Sicilia, estamos hasta la madre de ver que muchos jóvenes se nos pierden.

No lo permitamos

jueves, 5 de enero de 2012

Negocio o deporte?

Fútbol.

Es un deporte que enfrenta a dos equipos formados por once jugadores cada uno. El objetivo es hacer ingresar la pelota (balón) en el arco (portería) contrario, respetando una serie de reglas.

Osea, 22 tipos corriendo una bolsa de aire para poder golpearla con sus extremidades inferiores y meterla entre dos palos verticales y uno horizontal. Respetable, sobre gustos...

Deporte, hasta el momento en que se menciona el dinero.
Desde el momento en que el factor determinante del triunfo es el dinero, el deporte pasa a ser un negocio.

Si el fútbol que vemos en la tele o en la cancha funciona gracias a el dinero, simplemente se trata de un espectáculo diseñado para la mayoría de los influenciables consumidores que necesitan creer en algo. Es una necesidad masiva que se alimenta a si misma. El consumidor compra una entrada o paga el cable y ahí se completa el negocio. Es redondo.

Hay algo que es innegable; para que el fútbol sea un deporte, el resultado de un partido debe ser determinado por el desempeño de los deportistas y no por el poder adquisitivo de la institución a la que pertenecen, el club.

Desde el momento en que el resultado de un partido depende del poder adquisitivo y de negociación de un determinado contrincante, el deporte dejó de serlo y se convirtió en un negocio.

Y de que manera el resultado de un partido es determinado por el dinero y no por los deportistas? Es claro, el dinero compra jugadores, cuanto mejor deportistas son, mas caros son y por ende es necesario mayor poder adquisitivo o de negociación para obtenerlos. Osea que si un club tiene mas dinero que otro, compra mejores jugadores y por ende tiene mas posibilidades de ganar, el triunfo del club depende de la calidad de las negociaciones y del poder adquisitivo de la empresa llamada club y dejó lejos el tenor deportivo original.
Por favor, seamos coherentes, esta a la vista... jaja y lo llaman deporte...

"Deportes: Maradona dijo que la sigan mamando !!!"
"Deportes: Se vendió un jugador por cifra millonaria !!!"
"Deportes: Un muerto a la salida de un partido !!!"
"Deportes: Futbolistas conocidos compraron Hummers truchos"

Que tienen que ver esas cosas con el deporte? subestiman a los consumidores y televidentes, tristísimo y la culpa es del cerdo y no del que le da de comer...

Que deporte te gusta? Es una pregunta común y a veces mal formulada gracias a la mala interpretación de la palabra "deporte", y yo respondo: Para consumirlo como espectáculo o para practicarlo? ...
Para consumir cierto deporte como espectáculo, me gusta el automovilismo, el motociclismo, el americano.
Para practicar me gusta el muay thai, artes marciales mixtas etc...

Y porque es tan masivo? será porque es un gran foco de aprendizaje del mundo de los negocios? será porque es un excelente deporte?

Yo creo que el atractivo que tiene es que satisface la necesidad de "poder creer en algo". Aparentemente el ser humano necesita creer en algo y proyectar sueños y triunfos, y que mas fácil que hacerlo con los equipos de fútbol, está todo armado para satisfacer esa necesidad, te venden la camiseta, el jueguito, la entrada, la pasión y la pelota y  uno más que le esta entregando la plata a grandes comerciantes.

Ganó México, ganó México !!! jaja mentira, a mi no me regalan ni un solo peso cuando la selección gana...

La Selección Méxicana,  representante del país jaja yo no seleccione a nadie para que me represente y soy Méxicano, será mas bien la selección de Chepo de la torre que representa a su empresa...
Estamos todos locos. Se respeta.

Este fue mi humilde punto de vista acerca de una conducta dominante y masiva respecto de algo que no es.
Pensado.

Me encanta la mismisima afición rayada y el americano como espectáculo y negocio.

No creo ser la única persona lúcida al respecto.

Vida, nada me debes, vida nada te debo, vida, estamos en paz.

Aquellos nacidos en 1850 tenian una esperanza de vida de 40 años, y los que nacieron en 1989 como yo tienen un promedio de vida de 78 años, hoy casi a mis 23 años me pongo a pensar en lo afortunado que soy por vivir en estos tiempos.


Y hablando de vida y muerte, comparto con ustedes el speach que me gustaria se diera en la ceremonia de mi fallecimiento, es de Amado Nervo, brillante poeta, miserable ser humano.


Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,

porque nunca me diste ni esperanza fallida,

ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;




porque veo al final de mi rudo camino

que yo fui el arquitecto de mi propio destino;




que si extraje la miel o la hiel de las cosas,

fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:

cuando planté rosales, coseché siempre rosas.




...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:

¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!




Hallé sin duda largas noches de mis penas;

mas no me prometiste tú sólo noches buenas;

y en cambio tuve algunas santamente serenas...




Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!



Y quizas tome de su poema el siguiente parrafo para mi EPITAFIO.


Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes!

¡Vida, nada te debo!

¡Vida, estamos en paz!


O alguno de estos otros:



“Al morir echénme a los lobos. Ya estoy acostumbrado.”

“Si no viví más, fue por que no me dio tiempo.”

“No es que yo fuera superior. Es que los demás eran inferiores.”

“Caminante no hay camino, Se hace camino al andar.”


Afortunadamente me quedan mas 50 añotes o menos!.