.Generación ninis
"....E Stamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de Gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia...".
Javier Sicilia, poeta, en la carta que publicó esta semana con motivo del asesinato de su hijo. Hace muy poco tiempo comenzamos a escuchar una palabra que antes no existía en nuestro vocabulario: "ninis", que significa ni estudian ni trabajan.
Se refiere a jóvenes adolescentes que ni estudian ni trabajan, por el contrario deambulan, viven en una especie de vida que pareciera cómoda, sin sentido, sin rumbo, sin dirección. Y lo más triste es que van en aumento.
El sistema les expulsa de la escuela, o simplemente desertan porque no existe la motivación suficiente para continuar sus estudios, pero además tampoco encuentran acomodo en el mundo de acuerdo a su preparación.
Según cifras oficiales, en México, el 21% de los jóvenes, como tres millones y medio, están en esta situación: ni estudian ni trabajan. Contra un 28 % en Colombia, un 20% en Argentina y un 24 % en El Salvador, donde muchos van a formar parte de la mara salvatrucha.
En principio se dijo que las cifras eran elevadas porque incluían a mujeres jóvenes ya casadas, pero que al ser amas de casa no debían entrar en la estadística. Luego se aclaró que en este 21% ya se había descontado a estas jóvenes mujeres.
Los ninis son jóvenes que abandonan la escuela, se sienten poco valorados y con sentido de culpa por ser unos buenos para nada, como a veces la sociedad los tacha. Pelean con sus padres, se salen a la calle y al hacerse de la calle son presa fácil para el narcotráfico y la violencia. Como dijo el poeta Javier Sicilia, no hay oportunidades para educarse, ni encontrar un trabajo digno.
Muchos se niegan a estudiar porque piensan que el estudio no sirve para nada. Lo han visto a su alrededor, amigos que salen con un título universitario, terminan trabajando en cualquier chamba o de plano no encuentran trabajo y pasan a la fría estadística de los desempleados.
Por lo general los padres se sienten impotentes y no están preparados para exigirles y poner límites. En las familias, cada vez más los dos padres tienen que salir a trabajar y los hijos están mal atendidos y viven en abandono. No hay la suficiente supervisión y tanto el entorno familiar como urbano es de violencia.
La sociedad ha sido igualmente incapaz de ofrecer opciones. El sistema educativo es obsoleto y no plantea soluciones al problema. Por ejemplo la creación de escuelas técnicas y vocacionales con carreras cortas para enseñar oficios o formar técnicos para las industrias o la microempresa. Muchas veces nos quejamos porque no encontramos un plomero eficiente y bien hecho, o enfermeros bien capacitados, o electricistas, mientras que hay carreras universitarias que están saturadas.
Es urgente pensar y planear una reforma y reestructuración del sistema educativo.
Un camino es también el fomento del deporte. Incorporarlo como obligatorio en la secundaria y/o vocacional. Invertir en infraestructura y sistemas deportivos. Si cada escuela cuenta con canchas para deporte, con gimnasio equipado, con sistemas de becas deportivas, seguramente la cifra de tres millones disminuirá. Las becas deportivas son, desde hace muchos años bien administradas en Estados Unidos e impiden o disminuyen la deserción de los jóvenes. Con estos estímulos económicos y formativos es difícil que los estudiantes dejen la escuela.
El fomento del arte y las actividades artísticas es crucial en esta edad. La música, la literatura, las artes plásticas salvan vidas. La formación de bandas y/o orquestas en cada escuela les dará a los jóvenes un sentido de pertenencia para su vida.
De nuevo el modelo en Estados Unidos. No hay escuela que no cuente con su banda que salga a tocar con orgullo en cada desfile o evento de la ciudad o del barrio. Ejemplos de cómo el canto o aprender a tocar algún instrumento han salvado vidas hay muchos.
Para eso se necesita invertir y cuidar los recursos públicos, que no se pierdan por el poco cuidado que les damos a las cosas o en el peor de los casos no terminen en los bolsillos de líderes o funcionarios.
Sacar a los jóvenes de las calles y volver a meterlos a la escuela es la consigna.
Unidos padres de familia, autoridades educativas y de Gobierno podrán tomarse mejores decisiones que redundarán en beneficio de nuestra juventud y ofrecerán un futuro más promisorio y esperanzador. No veo otra salida que actuar ya.
Es triste ver a los jóvenes vivir el día a día sin sentido, sin una tarea o una meta a dónde dirigirse, pasar inadvertidos a la sociedad, pasar el día en blanco, aburridos, hartos del ocio, hartos de no hacer nada, no tener algo que los motive a vivir, lo único que les queda es salir a la calle y en la calle se toparán con la violencia, los pleitos, la droga, la falta de esperanza. Como dijo Javier Sicilia, estamos hasta la madre de ver que muchos jóvenes se nos pierden.
No lo permitamos
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