Este cuento está inspirado en un poema de un monje tibetano Rimpoche, reescrito a su modo por Bucay, para mostrar una característica más, de nosotros, los humanos.
1- Me levanto una mañana. Salgo de mi casa. Hay un pozo en la acera. No lo veo... y me caigo en él.
2- Dia siguiente.Salgo de mi casa. Me olvido de que hay un pozo en la acera... y vuelvo a caer en él.
3- Tercer día. Salgo de mi casa tratando de acordarme de que hay un pozo en la acera. Sin embargo, no lo recuerdo... y caigo en él.
4- Cuarto día. Salgo de mi casa tratando de acoerdarme del pozo en la acera. Lo recuerdo. Y a pesar de eso, no veo el pozo... y caigo en él.
5- Quinto día. Salgo de mi casa. Recuerdo que tengo que tener presente el pozo en la acera. y camino mirando el suelo. y lo veo. y a pesar de verlo... caigo en él.
6- Sexto día. Salgo de mi casa. Recuerdo el pozo en la acera. Voy buscandolo con la vista. Lo veo. Intento saltarlo... pero caigo en él.
7- Septimo día. Salgo de mi casa. Veo el pozo. Tomo carrera. Lo salto. Rozo con las puntas de mis pies el borde del otro lado. pero no es suficiente... y caigo en él.
8- Octavo día. Salgo de mi casa. Veo el pozo. Tomo carrera. Salto. ¡Llego al otro lado! Me siento tan orgulloso de hacerlo conseguido que lo festejo dando saltos de alegría. Y al hacerlo... caigo otra vez en el pozo.
9- Noveno día. Salgo de mi casa. Veo el pozo. Tomo carrera. Lo salto ... y sigo caminando.
10- Decimo día: ME DOY CUENTA, JUSTO HOY, DE QUE ES MÁS CÓMODO CAMINAR POR LA ACERA DE ENFRENTE.
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